Yo se que te fijas en otras cosas...;-) pero la mirada hoy la pongo en esa bicicleta, apoyada en esa valla publicitaria. El instante decisivo en que creía Henri Cartier-Bresson me hace detenerme en lo importante de las cosas sencillas, en la belleza de lo que nos rodea, más allá de la tedia rutina.
Si la vida es más alegre con un poquito de música, si esta es más fácil con tu sonrisa, si todo funciona mejor con un poco de entusiasmo, si hay que tomarse la cosa con un poquito de sosiego.
Por eso no hay nada más remedio que volver a mirar atrás, para darnos cuenta de lo que nos hemos dejado por el camino. Con las prisas de llegar a todos los sitios se nos ha olvidado lo importante que es el recorrido.
Apoyada contra una valla observaba a aquella bicicleta que descansaba después de su tragín diario, satisfecha, reposada, contenta por sentirse otra vez importante en esta extraña ciudad.
Los años vividos y ya pasados hicieron caer en desuso el utilizarlas, eran lentas, cansaban, se sudaba, pero la crisis hizó replantearse su importancia.
Nuevos modelos aparecen por las calles y es en ese instante decisivo cuando al mirarlas las fotografio y veo las mismas caras del pasado que son las del presente y me alegro por ello. Ese ciclista que silvando sortea los vehículos, esa mujer que luce su vestido y su belleza por las calles de la ciudad, ese joven que sonrie y disfruta de su recorrido pues no piensa en otra cosa, ese niño que se estusiasma por el gran regalo que sus padres le han hecho a pesar de su desequilibrado circular, esos jovenes que se ahorran en billetes y van dos o tres en esa bicicleta tipo burro.
Pero al fin esa bicicleta vuelve a detenerse, descansa, y espera como un perro a su dueño al cual ama, sabiendo que este ansia su compañía.
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