A los hombres y mujeres de éxito, o que ansian con encontrarlo, no les envidio lo más mínimo, y además no les tengo mucha simpatia. Me gusta más el caminar sencillo de un hombre digno e integro que va por la calle con la decencia del trabajo bien hecho. A ese tipo de hombre que apesar de ser grande está empeñado en ser pequeño, aquel que te sorprende en un momento dado y te le quedas mirando como diciéndote que humilde eres siendo tan capacitado. A ese profesional sereno sabedor de su arte sencillo. A ese hombre que sabe que la maquinaría del mundo consiste en que cada cual haga bien lo que tiene que hacer y lo hace, y por ello siente satisfacción. A ese hombre entendido por el mundo actual como "un perdedor" porque no tiene ambiciones de ser más. Más que qué, si el tiene muchas inquietudes. Si los pensamientos son complejos pero la vida ha de ser sencilla dijo El Gran Wyoming.
Conformarse con lo que uno tiene, siempre que este en términos de autosuficiencia, y manejarse con los pequeños placeres de la vida.
Yo siento admiración por la Sencillez porque no todo el mundo tiene el valor de llegar a ella, ni la capacidad.
Así que la sencillez, con lo que tiene de natural y espontaneo, se parece a los niños, a esos niños que observamos y nos alegra el hacerlo. A ese volver a ser pequeños que también insinua Quique Bunbury.
" La Sencillez es la aristocracia de la inteligencia " sostiene Luis Rojas Marcos ( creo que en su libro llamado Nuestra Felicidad ), un libro muy recomendable por cierto.