Esa joven pianista manipulaba su instrumento dejando en el aire una expansión de música que se transmitía por las ondas, sonoras: llegaba al vecino de arriba, a una mujer que sonreía en la calle, al tendero de la frutería, a un niño que sentado esperaba a que uno de sus amigos bajase de su casa. Esa melodía susurraba al aire llegando hasta el abuelo que sentado en su sofá recordaba sus años más jóvenes, llegaba más allá...de su sencillo objetivo, que no era otro que practicar y susurrar al oído de quién lo producía.
Hoy he pensado en ti, te llevo dentro desde hace tiempo, quizás sólo te conozca desde algún tiempo: tu eres mi amigo, tu eres mi herman@, tu eres mi compañer@, tu eres mi amor, tu eres a quién aprecio y admiro.
En ti pienso muchas veces, más de las que te imaginas, y es cuando las ondas aparecen, dentro de mí, esas ondas se transmiten con el único objetivo de la creencia de que aquello ocurrirá, que cuando se quiere..
Esas ondas, sin proponérnoslo, se producen, como el ronroneo de un gato, y ellas solitas parten más allá... más allá de su sencillo objetivo, que no es más que compartir o desear aquello que quiero que nos ocurra, y vuelan, llegando a ti, facilitando su acercamiento, dejando que así las cosas sean...
Para que pasen las cosas, sólo basta con pensar en que ocurrirán, y dejar que las ondas se produzcan y marchen...marchen a su objetivo...
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